Vistas de página en total

domingo, 4 de marzo de 2012

DETRÁS DE UNA CÁMARA

Valentía sin ostentación. Talento sin arrogancia. Fotográfos que llevan consigo una cámara y una implacable preocupación por la gente común en lugares devastados, registrando la violencia y sin perder jamás su capacidad para ver la decencia y la dignidad. Tener una visión y una compasión por ver el mundo a través de los ojos.

Después de pasar toda una tarde fotografiando el paisaje mágico con la luz solar hasta todo lo queda.

Había sido increíble conocer este lugar. Los peces abundaban en el mar, y más a lo lejos aves enormes que no podían volar, virtualmente mansas, de la nada se percibía aquél frío y sol de invierno, que es el más afectuoso, el más benévolo. Fui hasta la plaza me senté en un banco al lado del que es mi padre, después de aquél regaderazo en aquella habitación número trece de aquél hotel, después de caminar un rato. Frente a mí, pasaban turistas caminando por el andador turistico del lugar. Aunque yo viajara poco, aunque me fuera de aquí y tuviera oportunidad de sorprenderme con paisajes, monumentos, caminos, obras de arte, nada me fascinaría tanto como la Gente, como observar ver pasar a la Gente e ir escudriñando en sus rostros, reconocer aquí y allá gestos de felicidad y de amargura, ver que en la mayoria de los casos nos precipitamos a un destino, que insaciada turbulencia, con esplendido apuro, y darme cuenta de cómo avanzamos, inconscientes de la brevedad, de nuestra insignificancia, de una vida sin reservas, sin sentirnos jamás acorralados. Creo que nunca, hasta ahora, había sido tan consciente de lo que en verdad es observar y fotografiar. Debo haber fotografiado mil veces. He fotografiado antes, claro que lo he hecho, pero no me había detenido a observar, sentir, a extraer su carácter y reconocerlo. Estuve un buen rato contemplando el alma agresiva y sólida de aquellos que caminaban con amargura, el rostro hipócritamente lavado de sonrisas falsas, el desalentado cabeceo de los árboles. Creo más bien estoy segur@ que en ese momento se me afirmó definitivamente una convicción: soy de este sito, pertenesco a una enorme ciudad albergada por el caos vial al igual por la inseguridad. En esto (es probable que en nada más) creo que debo ser fatalista. Cada uno SOMOS de un solo sitio a la tierra venimos a nacer, vivir, y morir. Hoy digo yo hemos venido a nacer, vivir, servir y morir. Aquí pago mi cuota. Esa que pasa (sobre todo largo, con mil problemas quizás a la cabeza y con una voz enmudecida de enojo y tristeza), ésos son mis semejantes. Todavía ignoran que yo existo, pero un día me verán de frente, de perfil o de espaldas, y tendrán la sensación de que entre nosotros hay algo que nos une, un diminuto lazo que nos une, que nos da la fuerza necesaria para entendernos. Y es a lo que llamamos AMOR a nuestro prójimo.

1 comentario:

  1. Muchas gracias Lis !!! Ahora si me hiciste reflexionar, un poco mas que mi examen de farmacología ... Jejeje
    Aunque no somos 1 sola mente para pensar lo mismo, creo que en lo que vamos a coincidir toda nuestra existencia es en que debemos de seguir haciendo lo que a nosotros nos gusta, por que es lo que no hace crecer como personas ... No por que alguien nos diga lo que debemos de hacer, tampoco debe de importarnos que a los demás no les parezca, por que al final del día sabemos que nosotros estamos haciendo lo correcto y, sobre todo, lo que nos gusta ...

    ResponderEliminar